A menudo hay uno o dos personajes sobresalientes. En casos excepcionales, tres o cuatro, y en ocasiones únicas como ésta, casi todos. El elegido es una “muestra gratis” de actuación, una lección constante y placentera.
El trabajo fue arduo y planteado con mucha antelación. Pablo Echarri lo soñó junto a Martín Seefeld, y Adriana Lorenzón lo plasmó. Luego los personajes empezaron a ser, y hubo caras para darle vida a cada uno de ellos, pero no cualquier cara, sino las caras justas.
Palabras mayores para calificar las escenas de Leticia Brédice metida en el cuerpo de la excéntrica Verónica San Martín, un personaje que brilla desde el pelo y hasta los pies, con sus gritos, su mirada perdida, su actitud cuasi militar, y ese pasado tormentoso que vuelve una y otra vez.
A Lito Cruza le cuadra a la perfección el mafioso “guloso”, aquel que deja ver, pero también esconde, quiere poco, protege sólo a algunos y disfruta con la matanza ajena. Se le cree todo, se compra su maldad, se agradece…
Sube al tercer lugar del podio Maite Lanata, poniéndole el cuerpo a la pequeña Alma Bilbao, en una magistral primera incursión en TV, con la que demuestra que, para llegar a la gente, a veces sobran las palabras.
Paola Krum resultó una fija por historia, química y tradición, y el tiempo demostró que, tal vez pocas como ella, le podrían haber puesto el cuerpo a Mariana Estévez, una luchadora nata, romántica y perspicaz, que ya no llora tanto, y a cambio se enoja, y busca, y se indigna, y vuelve a buscar.
Y a pocos pasos la contempla Andrés Bilbao en la piel de un Echarri distinto, que probablemente en los primeros capítulos estuvo a punto de caer en el cliché del galán sensual, que no dejaba de suspirar profundo, pero pudo rever la caracterización a tiempo para darle vida a un soberbio, seguro ante un resto competitivo, y frágil ante una esposa desequilibrada y una hija a la que no puede llegar.
Y pareciera también que no habría otro Roberto Planes más que el de Jorge Suárez, porque él y sólo él puede hacer de este personaje un auténtico inseguro, que trabaja cien veces más que el resto, y a veces se muestra grande, a pesar de esa pequeñez interior que no puede dejar de sentir.
Se suma Mónica Antonópulos, demostrando cabalmente que es mucho más que una cara bonita y que no se necesitaban dos siliconas XL; y Paula Kohan como un gran hallazgo televisivo, del mismo modo que Calu Rivero y María Dupláa, dos grandes promesas actorales.
Y cerrando este listado extenso, con párrafo aparte, medalla y beso, Patricio Contreras y Leonor Manso personificando a Alfredo y María, y en ellos, la concentración de todas las heridas sociales.
Así "El elegido", además de regalar oficio, trayectoria y revelaciones, destila matices, capacidad de composición, y sobradas muestras de talento; palabras mayores, como se suele decir.
(television.com.ar)
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