Un muro que divide a los que viven una nueva era de los que resisten. Una Jefa de Ministros, líder entre los líderes, que lava cerebros, habla en cadena nacional y aspira a consolidar una población clasificada.Una bandera roja como estandarte de los que se refugian en una trinchera, y una peligrosa trama perpendicular que asimila la ficción de los "Casi ángeles" con la Segunda Guerra Mundial y el Tercer Reich.
Los que viven del paredón hacia adentro se encuentran monitoreados por una líder que los maneja como títeres y sueña con la recreación de un "mundo feliz" y con ser amada.
Mientras tanto, los que viven refugiados del otro lado, planean desestabilizar su poderío en el nombre de una revolución y derribar el muro.
Las referencias están a la vista: se habla de una guerra, se instala un muro, se menciona la palabra dictadura, el término opresión, el estado de sitio, la guardia civil, la táctica, la purificación de la población, la guerra y la paz.
De un bando están los que consumen, los que cultivan la última moda, son superficiales y viven en una burbuja. Distintos a los otros, los que comparten, se niegan a relegar sus discos, sus libros y sus máquinas de escribir. Las llamadas a la nota al pié son una constante, pero al final de la página no hay aclaración.
Las referencias a la Segunda Guerra Mundial son implícitas y conviven con las historias de amor adolescente. Se dice poco, y se debería decir más. Los protagonistas miran El gran dictador y hablan de un tal Hitler, pero ahí se termina el cuento.
Al público juvenil no se le explica demasiado, pero en un peligroso cruce entre ficción y realidad, tal vez en el medio de un esperado beso entre Mar y Thiago, se cuela un Muro de Berlín, un capitalismo salvaje, una organización basada en la comunidad, la revolución armada, los que manipulan, los que son manipulados y los que quieren triunfar.
(television.com.ar)
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